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¡BENÍTEZ TOMA EL MANDO!

¡BENÍTEZ TOMA EL MANDO!

Corresponsal de guerra

17 de junio de 1921

Benítez, recuperado de sus heridas, ya comanda Igueriben

Mapa de las posiciones en los alrededores de Annual

 

Filiberto Panzarotti, Annual-

Recuperado de sus heridas de Sidi Dris, el gallardo comandante D. Julio Benítez y Benítez ha tomado hoy el mando de la posición de Igueriben, siendo aclamado por sus tropas.

Sus hombres tienen fe ciega en Benítez, el alma de todo el regimiento Ceriñola. Un hombre capaz de defender Sidi Dris y recuperarse de sus heridas en tan solo dos semanas para volver a comandar la posición más arriesgada, Igueriben.

La nueva posición está hecha a conciencia. Esta vez los ingenieros han realizado un buen trabajo de fortificación. Y la guarnición se ha duplicado. Casi 400 soldados, todos españoles esta vez. No habrá traiciones. Con artillería y ametralladoras. Una posición que además puede ser apoyada por la artillería desde Annual.

Es la primera línea que defiende el campamento general de Annual y por lo tanto, a todo el ejército de Melilla. Una posición hecha para no caer jamás en manos del enemigo. No como Abarrán. Jamás podrá ser tomada. Y menos con Benítez al mando.

Los hombres, tanto oficiales como soldados, reciben a su héroe con indisimulada alegría.

A su salvador, si la cosa se pone fea. Benítez responde a sus hombres con tímidos y marciales gestos más de complicidad y respeto que de otra cosa. Benítez es así, nunca dado a grandes alegrías. No confía en su suerte. Siempre ve riesgos donde los demás solo ven victoria, o quieren verla. Tampoco quiere engañar a sus hermanos de sangre.

Ni aunque el día anterior se librase un duro combate en la loma de los árboles y se ganara.

La loma de los árboles es una posición clave donde hemos vencido, le dicen. Desde su

parte norte se controla el valle y se tiene a tiro a Annual a unos 2.000 metros. Desde su parte sur, se controla la aguada y se tiene a tiro a Igueriben a unos 1.000 metros al este.

Al amanecer salieron las cías 8ª, 9ª y 12ª de la policía indígena para ocupar la loma, como todos los días. Cuando apenas quedaban 200 metros para la cima, una cerrada descarga de fusilería les hizo retroceder. Se sabía de la presencia de una harka enemiga.

Con el apoyo de la artillería de Annual se entabló fuerte combate durante más de 2 horas.

Los oficiales realizaron 3 cargas y las 3 fueron rechazadas. Al cuarto intento, las tropas de la policía indígena se dispersaron.

Al teniente médico d. Antonio Vázquez Bernabeu, siempre en primera línea atendiendo a los heridos, le hervía el corazón. Si se producía una huida, todos los heridos serían masacrados, decapitados o incluso algo peor. Tomó su pistola en mano y pegó dos tiros al aire…

- ¡A mí! ¡Al que deje atrás a sus hermanos heridos lo mato yo mismo! ¡A sus puestos! ¡Somos hombres, no conejos! ¡Y no abandonamos a los heridos! ¡Coño!

Con sus amables palabras de aliento consigue el teniente médico que cese la huida. Pero la posición es complicada. Mientras el médico vuelve a sus curas de los hombres malheridos, los rifeños aprovechan para paquearlos como objetivo.

- En peores plazas habrás toreado, soldado – una leve sonrisa y un disparo lo calla para siempre – ¡Me cago en…! ¡Joder! – se levanta el médico y se enfrenta a los rifeños alzando sus manos ensangrentadas - ¡Cabrones!  ¡Disparadme a mí, si tenéis huevos! – y de pie frente a los disparos enemigos se lleva sus sangrientas manos a la cara para ocultar sus lágrimas de sangre antes de dirigirse a otro soldado herido.

De pronto suenan las cornetas, la caballería.

Vienen a galope 3 escuadras de caballería de regulares desde Annual, tres compañías de fusiles de regulares, una compañía del Ceriñola y una batería de montaña. Y horas de fuego en la loma de los árboles hasta que los rifeños abandonan la posición con grandes bajas, 30 muertos y 170 heridos.

También 16 policías indígenas caídos y 48 heridos. Y 3 peninsulares heridos.

El teniente Vázquez Bernabeu, médico de las tropas de la policía indígena, recibió la Cruz Laureada por su comportamiento ejemplar y valeroso durante toda la acción.

Tras expulsar a los moros de la loma, se retiraron los asaltantes a Annual.

Daba igual la victoria. Nada podía alegrar al tímido héroe Benítez.

- ¿Por qué esa cara, mi comandante? Aquí somos inexpugnables.

- Si los enemigos consiguen parapetarse en la loma de los árboles, nos cortarán el paso a la aguada y se bloqueará el camino a Annual y estaremos solos y sin agua. ¿Por qué no se ha guarnecido la loma de los árboles?

- No sé, mi comandante, Silvestre tendré algún plan – el oficial no tuvo respuesta

- ¿Para cuántos días tenemos agua?

La sonrisa se le apagó al momento al oficial, ya no se le quitarían de la cabeza las palabras de Benítez. De pronto sintió su garganta seca como la mojama.

El laureado teniente médico militar D. Antonio Vázquez Bernabeu
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