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DIOSES Y DEMONIOS

DIOSES Y DEMONIOS

Corresponsal de guerra

22 de julio de 1921

Se abandona a los héroes de Igueriben. Sálvese quien pueda. España, madrastra una vez más con sus héroes.”Huid, huid, soldaditos, que viene el Coco”

Caricatura del General Silvestre

Caricatura del general Silvestre, héroe o villano, por Ángela Marín



Filiberto Panzarotti, Dar Drius-

Desde mi nueva base en Dar Drius y toda vez que Annual ha caído, escribo sobrecogido por la magnitud del desastre ocurrido a los buenos hombres que dejaron sus vidas por las nuestras, por España, en lugares que ya serán por siempre de triste recuerdo.

Tristeza infinita por la sangre derramada de muchos héroes y hombres desconocidos, por el abandono de su madrastra España y la infame corrupción de sus gerifaltes, por la cobardía de muchos y la ineptitud de casi todos.

Lloro por los valientes abandonados en Igueriben, por los soldados de Annual abandonados por sus oficiales a la fuga, por el infame asesinato de cientos en manos de enemigos sangrientos como perros de presa. Por lo que la codicia y falta de respeto a los propios ha hecho de nosotros.

Mi alma no descansa y no puedo sino llamar ¡Cobardes! a todos los culpables y al mismo tiempo estremecerme con los sacrificios de los muchos héroes anónimos, padres, hijos y hermanos. Quizás un campesino fuera de lugar o un obrero o, quien sabe, algún oficinista, que dieron todo sin pedir nada a cambio. Sus cuerpos inertes darán la más bella flor en el más abrupto y desolado de los parajes. La muerte no es el final, nunca os olvidaremos, ¡Nunca!, ¡Presentes!

Pero aún cabe un atisbo de esperanza. El corazón de los héroes corrientes y desconocidos, pero también de algunos grandes líderes, es en España inagotable. Los españoles corrientes, siempre acostumbrados al abandono y a la desdicha tienen algo que se echa mucho en falta en sus dirigentes, DIGNIDAD. ¿Qué si no puede tener un hombre que no tiene nada? Su hombría y orgullo, su amor patrio, que no es sino el amor por sus iguales.

Cientos de héroes sembraron en estas inhóspitas tierras de alimañas los campos de gloria que por siempre serán ejemplo de los héroes españoles aún por venir. Ejemplos de sacrificio y dignidad españolas. La mejor de las herencias que dejar a los hijos de España.

Es por esto que no hablaré de los cobardes de los que el mundo está pleno, sino de la herencia que nos dejan quienes sí fueron hombres y supieron morir. El cobarde muere mil veces. Esta es la herencia que nos dejan nuestros eternos héroes que orgullosos recibimos y deberemos cuidar, pues es cuanto tenían. No es mala pieza. No la cambiaría por las riquezas de otros pueblos sin corazón, vendidos al brillo del vil metal.

El gafe, Benítez, quiso morir como un hombre. Y lo hizo. Quienes le acusaban de agorero, de quejica, no sabían lo que él sabía, que no tenía miedo a la muerte, sino al desastre, al abandono al que se había sometido no solo a Igueriben sino a todos los soldados en África, a la falta de humanidad y de profesionalidad de quienes visten galones solo por lucirlos y por sus prevendas, pero no por responsabilidad. Nadie salvo sus soldados corrientes, sus hermanos de armas y de sepulcro, podía entender allí y entonces que los galones no son sino el privilegio de la responsabilidad de defender a España y a sus hijos.

Tras 40 días de asedio bajo el sol abrasador, de paqueo día y noche, de esperanzas perdidas día sí y día también. De sed, de mucha sed. De olor a muerte. De encierro sin esperanzas. Unidos en su soledad, unidos a su querido gafe, con gritos de ¡Viva España! con los que recordar y reclamar su pueblo, su orgullo y su valor.

Les habían prometido que el propio Silvestre que venía de Melilla dirigiría el asalto que los liberaría. Que se haría lo imposible y que no se les abandonaría jamás. ¡Promesas de borrachos de madrugada en un burdel!

Los generales no permitieron a Silvestre encabezar el ataque, pues era imposible. Pronto se había olvidado en España que más vale la honra que los barcos. ¿Por qué cuando se pudo no se defendió la loma de los árboles? ¿Estaba demasiado expuesta? ¡Mirad ahora de lo que ha servido esta cobardía!

Los hombres sonreían en Igueriben queriendo creer que Silvestre podría venir a liberarlos esa misma tarde. Benítez no. Con todo perdido repartió los últimos 20 cartuchos por soldado.

- No es posible la operación de rescate – dijo Silvestre a Benítez- tenéis autorización para rendir Igueriben – el silencio de Benítez se hizo eterno, haciendo a Silvestre sentir su vergüenza, por fin habló.

- ¡Los hombres de Igueriben mueren, pero no se rinden! ¡nos restan 12 balas de cañón, contadlas y cuando escuchéis la última, disparad sobre nuestra posición, pues los enemigos ya estarán sobre nosotros! –

No dio Benítez más opción a su superior, no había nada que discutir, iban a morir y lo harían como héroes y no como cobardes.

Organizó Benítez la inutilización de los cañones y la destrucción de archivos. Organizó a sus hombres para la salida. No quedaba sino organizar una salida a la carrera bajo el fuego enemigo, una carrera de varios kilómetros hasta Annual bajo el continuo fuego de miles de enemigos apostados en el camino. Una carrera de la muerte bajo el sol de soldados famélicos y con sed de varios días.

Benítez, quedaría solo ante el peligro, apostado en el bajel que era su sepulcro cubriendo a sus soldados mientras le quedase una gota de sangre en el cuerpo. Sudor ya no quedaba. Se lo habrían bebido como el orín si quedase una sola gota. Tras las 12 balas de cañón se hizo lo que Benítez había ordenado. Solo al final los superiores tuvieron a bien cumplir con Benítez. Mientras los rifeños asaltaban la posición comenzó el bombardeo y la salida. Los heridos no podían correr, los cuidaba también Benítez. Bombas y cuchillos. Allí quedaron por siempre.

Pido a todos los españoles de buen corazón que recen una oración por ellos. Y que los pocos de buena memoria no olviden jamás su ejemplo.

¡Recuerden Igueriben!

El teniente Casado fue el único oficial que siendo capturado pudo sobrevivir. Una docena de soldados de los 300 espartanos de Igueriben pudo alcanzar Annual. 4 de ellos murieron reventados tras tirarse a las tinajas de agua y beber de golpe lo que no bebieron en una semana. Los demás se encontraron de inmediato en el desastre de Annual, el sálvese quien pueda de la vergüenza de los cobardes.

Silvestre tomó nota de Benítez e hizo lo propio. Ya solo en el campamento salió a enfrentarse a la muerte de cara, pistola en mano, mientras todos huían. “Huid, huid, soldaditos, que viene el Coco”

El valor de los regulares en el paso de Izzumar permitió a la columna comenzar su éxodo a ninguna parte. La caballería de Alcántara cubriría la marcha. Pero eso será otra historia.

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